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Virreinato del Río de la Plata

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El Virreinato del Río de la Plata, también conocido como «Virreinato de las Provincias del Río de la Plata», fue la última y más breve de las divisiones administrativas creadas por el Imperio español en América. Durante las Cortes de Cádiz de 1810, este territorio pasó a ser oficialmente denominado «Provincias del Río de la Plata».

Establecido en 1776, el virreinato se formó a partir de varias dependencias del Virreinato del Perú, abarcando gran parte de la cuenca del Río de la Plata. Su territorio coincidía aproximadamente con las actuales Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay, extendiéndose desde la costa atlántica hacia el interior. Además, la Guinea Española (hoy Guinea Ecuatorial) estuvo vinculada administrativamente al Virreinato del Río de la Plata. La ciudad de Buenos Aires, situada en la orilla occidental del estuario del Río de la Plata, frente al enclave portugués de Colonia del Sacramento, fue elegida como capital debido a su creciente importancia estratégica y comercial.

La creación de este virreinato fue parte de las reformas borbónicas, impulsadas para modernizar y fortalecer la administración virreinal. Entre las razones principales estuvieron el control del comercio ilegal, que prosperaba en Buenos Aires, y la necesidad de reforzar la defensa frente a potencias extranjeras como Gran Bretaña y el Reino de Portugal.

Durante su breve existencia, el virreinato estuvo marcado por constantes conflictos y tensiones. Entre 1780 y 1782, la rebelión de Túpac Amaru II en las tierras altas del Alto Perú (actual Bolivia) desencadenó un violento levantamiento liderado por las comunidades indígenas y mestizas contra las autoridades virreinales.

En 1809, las élites criollas en La Paz y Chuquisaca protagonizaron levantamientos que establecieron juntas revolucionarias, aunque de corta duración. Estos movimientos sentaron las bases teóricas de la soberanía popular, al justificar la creación de gobiernos locales en ausencia de un rey legítimo en España, tras la invasión napoleónica. Finalmente, estos ideales culminaron en los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810, que llevaron al derrocamiento del virrey Cisneros en Buenos Aires.

Tras la revuelta, la influencia de las Provincias del Río de la Plata se expandió, aunque con resistencia en algunos territorios. Paraguay se declaró independiente en 1811, y el Alto Perú, controlado por tropas realistas desde Lima, fue reincorporado posteriormente al Virreinato del Perú. Mientras tanto, el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, designado virrey en 1811 por el gobierno español, intentó contrarrestar la junta revolucionaria de Buenos Aires, pero fue derrotado en la batalla de Las Piedras. Al perder el control sobre Montevideo tras un sitio de dos años, Elío renunció y regresó a España en 1812.

El Virreinato del Río de la Plata, como entidad política española, dejó de existir formalmente en 1825 tras la caída del Alto Perú y la muerte del último virrey, Pedro Antonio de Olañeta. Este proceso marcó el fin de una etapa y el inicio de la construcción de los estados nacionales en el sur de América.

Historia

Origen y creación del virreinato del Río de la Plata

Virreinato del Río de la Plata

1776-1814

Enseña de los ejércitos virreinales

 

Máxima extensión del virreinato del Río de la Plata hacia 1796

Capital

Buenos Aires        
Córdoba​
Chuquisaca

Idioma oficial

 

Castellano            

Religión

Catolicismo           

Virreyes

• 1777-1778
• 1810-1811
• 1811-1814

Pedro de Cevallos
Francisco Javier de Elío
Gaspar de Vigodet

En 1680, Manuel Lobo, gobernador portugués de Río de Janeiro, fundó la Colonia del Sacramento, estableciéndola como capital del recién creado Departamento de Colonia. Esta fortaleza, ubicada en la costa del actual Uruguay, tenía como propósito principal garantizar la expansión portuguesa en Brasil más allá de los límites fijados en el Tratado de Tordesillas de 1494, que delimitaba las áreas de influencia entre España y Portugal en el continente americano. Durante el período de unión ibérica, entre 1580 y 1640, España controló Portugal y sus territorios en América. Sin embargo, tras la independencia portuguesa, en 1681, el gobernador español José de Garro lanzó un rápido ataque y tomó el fuerte para España. Más tarde, el 7 de mayo de ese mismo año, el Tratado Provisional de Lisboa devolvió la fortaleza a Portugal.

En el ámbito comercial, las políticas del Virreinato del Perú obligaban a que todas las actividades comerciales se realizaran a través del puerto de Lima, en el océano Pacífico. Este enfoque ralentizaba enormemente el transporte de mercancías desde y hacia Europa, impidiendo el desarrollo de Buenos Aires como un puerto clave en el Atlántico. Este obstáculo fomentó una intensa actividad de contrabando en las regiones del este, especialmente en ciudades como Asunción, Buenos Aires y Montevideo.

Ante esta situación, en agosto de 1776, el virrey Manuel de Amat y Junyent emitió un decreto que autorizaba a Pedro Antonio de Cevallos, antiguo gobernador del Río de la Plata, a fundar un nuevo virreinato. Aunque esta decisión generó resistencia entre la élite limeña, finalmente fue implementada. La Capitanía General de Chile solicitó formalmente quedar fuera de esta reorganización territorial, una petición que fue aceptada por el monarca. Sin embargo, la región de Cuyo, con Mendoza como su ciudad principal, fue separada de la jurisdicción chilena, un hecho que causó malestar entre los líderes de Santiago, ya que esa zona había sido originalmente conquistada desde Chile.

Mientras tanto, el primer ministro portugués, el Marqués de Pombal, incentivó la ocupación de territorios que habían sido adjudicados a España en el Tratado de París de 1763, tras la derrota de Francia en la Guerra de los Siete Años. La respuesta del rey Carlos III fue rápida, aprovechando una coyuntura favorable: Francia, como garante del tratado, se mantenía aliada, y Gran Bretaña, en medio de la Revolución en las Trece Colonias de América del Norte, adoptaba una postura neutral en los conflictos entre España y Portugal.

Pedro de Cevallos, en una campaña militar decisiva, conquistó la Colonia del Sacramento y las islas de Santa Catarina después de un asedio de tres días. Estas victorias condujeron a la firma del Primer Tratado de San Ildefonso, por el cual Portugal renunció al control sobre la región del Río de la Plata y cedió la Banda Oriental a España. A cambio, España entregó a Portugal la zona de Río Grande do Sul, que posteriormente se integraría al desarrollo de Brasil. Tras estas acciones militares, Cevallos se dedicó a tareas administrativas, pero pronto fue reemplazado por Juan José de Vértiz y Salcedo como virrey.

El nuevo virreinato asumió importantes responsabilidades económicas, como el fomento de la producción local de lino y cáñamo, cultivos destinados a la exportación para abastecer a las industrias textiles españolas. Estas medidas formaban parte de las políticas impulsadas por los Borbones para favorecer la manufactura en la metrópoli y reforzar el control económico sobre sus territorios.

Gobierno en el virreinato

Durante el reinado de Carlos III, España buscó aliviar las condiciones comerciales que se imponían a los virreinatos. Con este objetivo, se permitió el comercio a través del puerto de Buenos Aires utilizando barcos con bandera española, tripulados por oficiales de la armada española. Además, se incluyeron los puertos de Buenos Aires y Montevideo en una lista de puntos habilitados para comerciar entre sí, y se estableció que ciertos productos de América Española podrían importarse a España sin impuestos. Aunque estas medidas no representaban un comercio libre en su totalidad, marcaron el inicio de un sistema más flexible que evolucionaría con el tiempo.

Entre 1778 y 1788, el comercio entre España y sus territorios en América experimentó un incremento notable, alcanzando un crecimiento cercano al 700%. Buenos Aires obtuvo una aduana en 1778, mientras que Montevideo recibió la suya en 1789. A pesar de estas reformas, España mantenía restricciones significativas sobre el comercio argentino, prohibiendo, por ejemplo, la exportación de plata desde Buenos Aires e intentando dirigir las exportaciones a través de Potosí.

En el ámbito administrativo, Carlos III abolió en 1782 el sistema de corregimientos, sustituyéndolo por el de intendencias, con el propósito de reforzar la autoridad real y centralizar el poder. Buenos Aires se convirtió en la sede de la intendencia principal, mientras que otras ciudades tuvieron intendencias provinciales. Asimismo, en 1778, Pedro Antonio de Cevallos restableció la Real Audiencia de Buenos Aires, que había sido suprimida previamente, y creó una nueva en Cochabamba. Ese mismo año se autorizó la creación del Consulado de Comercio de Buenos Aires, aunque diversas complicaciones legales retrasaron su establecimiento hasta 1794.

En cuanto a los territorios más remotos, en 1766 España adquirió la colonia francesa de las Islas Malvinas, conocida entonces como Puerto San Luis. En 1767, tras asumir el control efectivo de las islas, España las puso bajo la administración de un gobernador subordinado a la jurisdicción de Buenos Aires. Sin embargo, la expulsión del asentamiento británico en 1770 generó tensiones entre ambos países, llevando a España y Gran Bretaña al borde de la guerra. Finalmente, un tratado de paz permitió a España devolver el puerto y fuerte de Egmont, junto con su artillería y provisiones, según un inventario aceptado por Gran Bretaña. A pesar de este acuerdo, ninguna de las dos naciones renunció a su soberanía sobre las Malvinas, manteniéndose la disputa territorial.

Disolución del virreinato

A principios del siglo XIX, Buenos Aires había alcanzado un nivel significativo de autosuficiencia económica, produciendo anualmente unas 600.000 cabezas de ganado, de las cuales aproximadamente una cuarta parte se destinaba al consumo local. La región experimentaba un desarrollo acelerado, pero los conflictos bélicos con Gran Bretaña representaron un grave retroceso para la economía, ya que las comunicaciones marítimas quedaron prácticamente paralizadas. Al mismo tiempo, la región del Alto Perú comenzó a mostrar resistencia al continuo sostenimiento administrativo y defensivo del estuario del Río de la Plata. Aunque su producción de plata en Potosí estaba en declive, seguía siendo el principal sostén financiero de la región, cubriendo alrededor del 75% de los gastos del virreinato en sus primeros años. Por otro lado, el Alto Plata, en su mayoría el actual Paraguay, mantenía disputas con la administración porteña debido al monopolio ejercido por Buenos Aires sobre las exportaciones.

Los conflictos en Europa, en particular las guerras napoleónicas, distrajeron al gobierno español. Tras la derrota de España, Napoleón colocó a su hermano José Bonaparte en el trono español. Para 1805, España, aliada de Francia desde 1795, se vio obligada a participar en sus guerras, perdiendo gran parte de su armada frente a los británicos en la Batalla de Trafalgar. Ante la probabilidad de una invasión británica, el primer ministro español advirtió al virreinato que no podría brindar apoyo a la ciudad de Buenos Aires.

El 27 de junio de 1806, un contingente británico de aproximadamente 1.500 hombres, liderado por el coronel William Carr Beresford, invadió exitosamente Buenos Aires. El virrey Rafael de Sobremonte huyó a Córdoba, pero en diciembre de ese año, las fuerzas criollas, con apoyo de una milicia proveniente de Montevideo bajo el mando de Santiago de Liniers, lograron expulsar a los invasores. En febrero de 1807, una nueva ofensiva británica de unos 8.000 hombres al mando del general Sir Samuel Auchmuty capturó Montevideo tras un combate encarnizado. Sin embargo, en julio de ese mismo año, una nueva tentativa para tomar Buenos Aires, dirigida por el teniente general John Whitelock, fracasó estrepitosamente. Tras sufrir la pérdida de más de la mitad de sus tropas, entre muertos y prisioneros, Whitelock firmó un armisticio y se retiró a Gran Bretaña.

Estos acontecimientos alimentaron la confianza y aspiraciones independentistas de la burguesía criolla, que percibía la falta de apoyo de España y el hecho de haber derrotado a una potencia mundial como una validación de su capacidad para gobernarse por sí mismos. Para 1814, Argentina ya llevaba alrededor de cuatro años bajo autogobierno, y Paraguay había declarado su independencia. El virreinato quedó prácticamente disuelto cuando las tropas rebeldes entraron en Montevideo tras un asedio de dos años. La guerra, sin embargo, continuó en el Alto Perú hasta 1825, marcando el fin de la presencia efectiva de la administración española en la región.

Divisiones administrativas

Reino de Charcas (Real Audiencia de Charcas)

La Real Audiencia de Charcas fue establecida en 1559, pero pasó a formar parte del Virreinato del Río de la Plata en 1776. Su sede estaba en la ciudad de La Plata, donde operó hasta su disolución en 1825. Bajo su jurisdicción se encontraban las siguientes provincias:

  • Provincia de Buenos Aires (de 1776 a 1785)
  • Provincia de Chiquitos (de 1776 a 1810)
  • Provincia de Chuquisaca (de 1782 a 1810) (sede de la Real Audiencia)
  • Provincia de Cochabamba (de 1785 a 1810)
  • Provincia de Córdoba del Tucumán (de 1783 a 1785)
  • Provincia de las Misiones Guaraníes (de 1776 a 1785)
  • Provincia de La Paz (de 1782 a 1810)
  • Provincia de las Malvinas (de 1776 a 1785)
  • Provincia de Montevideo (de 1776 a 1785)
  • Provincia de Moxos (de 1776 a 1810)
  • Provincia del Paraguay (de 1776 a 1785)
  • Provincia de Potosí (de 1782 a 1810)

Reino del Río de la Plata (Real Audiencia de Buenos Aires)

La Real Audiencia de Buenos Aires fue fundada en 1785, con sede en la ciudad de Buenos Aires, donde permaneció activa hasta su disolución en 1813. Las provincias bajo su jurisdicción fueron:

  • Provincia de Buenos Aires (de 1785 a 1813) (sede de la Real Audiencia)
  • Provincia de Córdoba del Tucumán (de 1785 a 1810)
  • Provincia de las Misiones Guaraníes (de 1785 a 1810)
  • Provincia de las Malvinas (de 1785 a 1811)
  • Provincia de Montevideo (de 1785 a 1814)
  • Provincia del Paraguay (de 1785 a 1811)
  • Provincia de Salta del Tucumán (de 1785 a 1810)

Lista de virreyes

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1Pedro Antonio de Cevallos15 octubre 1777 – 26 junio 17781 agosto 1776

Nombrado por Carlos III de España.

2Juan José de Vértiz y Salcedo26 junio 1778 – 7 marzo 178427 octubre 1777

Nombrado por Carlos III de España.

3Nicolás del Campo7 marzo 1784 – 4 diciembre 178913 agosto 1783

Nombrado por Carlos III de España.

4Nicolás Antonio de Arredondo4 diciembre 1789 – 16 marzo 179521 marzo1789

Nombrado por Carlos IV de España.

5Pedro Melo de Portugal16 marzo 1795 – 15 abril 17975 febrero 1794

Nombrado por Carlos IV de España.

 Real Audiencia of Buenos Aires15 abril 1797 – 2 mayo 1797 Gobierno interino hasta la llegada de un nuevo virrey.
6Antonio Olaguer Feliú2 mayo 1797 – 14 mayo 1799 Durante su mandato, tuvo que enfrentarse a la presencia de fuerzas británicas y portuguesas en la región del Río de la Plata, así como al naciente sentimiento revolucionario inspirado por la reciente Revolución Francesa. Abrió el puerto de Buenos Aires al tráfico extranjero con el objetivo de estimular las actividades comerciales del Virreinato.
7Gabriel de Avilés,
2nd Marqués de Avilés
14 marzo 1799 – 20 mayo 180125 octubre 1797 
8Joaquín del Pino y Rozas20 mayo 1801 – 11 abril 180414 julio 1800Nombrado por Carlos IV de España.
9Rafael de Sobremonte24 abril 1804 – 10 febrero 180710 noviembre 1804

Durante las invasiones británicas del Río de la Plata, Buenos Aires y Montevideo cayeron bajo la autoridad británica por breves períodos de tiempo. Sobremonte se vio obligado el 14 de agosto de 1806, por un cabildo abierto, a trasladarse a Montevideo, delegando en Santiago de Liniers la autoridad militar y en la Audiencia las demás áreas del gobierno. Fue destituido por completo como virrey por un tribunal militar, y Liniers fue elegido virrey interino.

10Santiago de Liniers10 febrero 1807 – 30 junio 1809 Nombrado por Carlos IV de España
11Baltasar Hidalgo de Cisneros15 julio 1809 – 25 mayo 181011 febrero 1809

Nombrado por la Junta de Sevilla, destituido del cargo por la Revolución de Mayo, y reemplazado por la Primera Junta.

12Francisco Javier de Elío19 enero 1811 – enero 181231 agosto 1810

Gobernador de Montevideo, autoproclamado «virrey», jefe político confirmado como tal por las Cortes de Cádiz, que también declararon a Montevideo como la nueva capital del virreinato y a Buenos Aires como ciudad rebelde.

13Pedro Antonio Olañeta27 mayo 18251825

En mayo de 1825, el rey Fernando VII de España nombró a Pedro Antonio de Olañeta como virrey del Río de la Plata, sin saber que había muerto tres meses antes en la batalla de Tumusla (Alto Perú).

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